Juan Pablo Seijo es el creador de Solarf.es, una empresa española pequeña que tiene una idea de negocio confiable y que aprovechó las herramientas digitales para mantenerse en el mercado. Ahora esta compañía tiene ocho años en el mercado y resiste el asalto de la competencia que hay en su área.
Seijo detalló a Observatorio de Empresas cómo se puede organizar el trabajo, sin tener siquiera una oficina, de forma rápida y eficaz. Las redes sociales, bien utilizadas, les han permitido acercarse a los consumidores. Y detalla cómo tener una estructura liviana le permite mantener un negocio rentable, a pesar de vender un producto de temporada.
Soloraf.es es un e-commerce de venta de tomate Raf que empezamos en 2009. Vimos que hay cierta competencia, pero no están especializados en Internet. Arrancamos de una manera muy templada y muy tranquila, y sabiendo que teníamos por lo menos dos años para recuperar esa inversión inicial. Con lo cual hicimos nuestros deberes y nos fue bien. No nos generamos unas expectativas muy altas. Sabíamos que debíamos invertir mucho en comunicación, pero esa era una parte que asumíamos nosotros con nuestro propio trabajo.
Incluso antes de arrancar con la venta o con los pedidos, empezamos a calentar en redes sociales. Bueno, en lo que eran las redes sociales de aquella época: un poco Twitter, Facebook, que no se parece nada a lo que es ahora, contando lo que estábamos haciendo. Y entonces eso nos generó una microcomunidad de gente que estaba atenta, siguiéndonos y generando algo de ruido, que hizo que el primer día que abrimos la tienda nos entraran ocho pedidos, que nos sonó a gloria. Podían haber sido ochocientos, pero fueron ocho nada más.
Uno de los principales puntos que nosotros tenemos como críticos dentro del proceso es la persona que saca el tomate de esa caja donde nosotros compramos en subasta y lo mete en la caja de Soloraf. Ese tomate tiene que estar perfecto. Porque en el ecommerce, la gente cuando compra no elige el producto, como lo elige en un supermercado. En el supermercado tú eres responsable si te llevas una manzana que no está bien. Pero en el ecommerce no, lo que va dentro de la caja tiene que ser lo mejor. Entonces, como reto o dificultad, ese fue uno de ellos.
Hoy en día son unos 2.500 clientes los que tenemos. Estamos muy contentos porque tenemos un nivel de reclamación por debajo del 1%, del 0,5%, realmente. Y además nos duele cada vez que alguien nos hace alguna crítica constructiva, porque todas suelen ser constructivas, pero estamos muy contentos.
Mercadear en digital
El proceso de captar clientes ha sido haciendo un buen trabajo de SEO, haciendo un mediano trabajo de redes sociales, en el sentido de que hemos intentado siempre crecer de una manera orgánica. No desatendiendo ningún canal, independientemente de que sea digital o analógico. Es decir, un teléfono, es un cliente. Una paloma mensajera, es un cliente. Un día que estamos en un restaurante comiendo y tenemos al maître, al jefe, delante, es un cliente. Evidentemente luego les vas a intentar dirigir al canal digital porque para ti supone una reducción de costes administrativos, de gestión del tiempo, etc.
Los instrumentos que utilizamos día a día para gestionar el trabajo están todos en nube, desde la propia página web, que es la que nos genera facturación y pedidos de los que tenemos online, hasta la parte, digamos, del público profesional, que lo gestionamos a través de hojas de Drive, de hojas de Excell de Drive o documentos de Word.
Creamos ese ecosistema, desde el cual cualquiera de nosotros tres podemos acceder a él, en cualquier momento y desde cualquier dispositivo. Y consultar aquellos datos que necesitamos: desde la cantidad de kilos que necesitamos para esta semana, hasta si ya están hechas las facturas del mes pasado, hasta si necesitamos entrar al banco y consultar. Y luego alguna de ellas las tenemos relacionadas, evidentemente. El chat lo tenemos relacionado con mi teléfono.
Si no estoy yo, está alguno de mis compañeros para atenderlo. Saltan las alarmas por correo electrónico si tenemos algún pedido especial y nos saltan a los tres. Es decir, lo tenemos todo configurado de tal manera, que hasta cierto punto nos podemos olvidar de algunas gestiones porque alguno de los tres lo va a recoger.
No tenemos oficina, no tenemos un servidor central, no lo tenemos y no la queremos, no tenemos un punto de venta… Todo lo hacemos de esa manera e incluso pasan meses sin vernos entre nosotros, porque nos dedicamos a muchas cosas. Pero aún estamos permanentemente conectados y tenemos una relación, en algunos casos, incluso mucho más estrecha que la que tienen muchos compañeros de oficina. Pero todo a través de los dispositivos: el ordenador, el laptop, la tablet e, incluso, el otro día en la tele estaba yo consultando cómo iban los pedidos.
Es espectacular y terriblemente motivador la cantidad de cosas que se pueden hacer cuando tienes toda la información, desde la semilla, hasta el consumidor final, en el mismo sitio, y empiezas a jugar con ella. A jugar con ella desde un punto de vista empresarial. Pero empiezas a ver patrones, empiezas a identificar estructuras de costes que no están funcionando, lo llevas a Big Data y lo mezclas con fuentes externas y aparecen cosas que dices “¡madre mía!”.
Y en el terreno de la agricultura los próximos dos, tres años son claves y cruciales, porque la cantidad de cosas que se están generando cuando ya estén arrojando datos de funcionamiento reales y estén interconectadas entre sí, va a ser un flipe. Ya lo es, de hecho.
Lea más en: