El design thinking es una de las herramientas que más se usa actualmente en la innovación empresarial. La situación actual del mercado ha obligado a las empresas a cambiar sus diferentes estrategias de negocio, adaptándolas a unas necesidades cambiantes y con una variación radical de protagonista: el cliente.
La continua aparición de nuevas tecnologías ha provocado que los medios de los que dispone el consumidor se multipliquen, cambiando a su vez sus hábitos de consumo. Como consecuencia de esto, nunca antes la rentabilidad y el crecimiento de una empresa habían estado tan ligados a un cambio cultural y estratégico.
Dicho de otra forma, el design thinking o diseño del pensamiento busca que sea el cliente el que diseñe lo que desea y cómo lo desea. En palabras de Idris Mootee, escritor del libro “Design Thinking para la innovación estratégica”, el design thinking es “la búsqueda de un equilibrio mágico entre los negocios y el arte, la estructura y el caos, la intuición y la lógica, el concepto y la ejecución, el espíritu lúdico y la formalidad, y el control y la libertad”.
Se centra en el proceso de diseño, dejando en un segundo plano el producto final, e integra enfoques de diferentes campos mediante la participación de equipos multidisciplinarios que tienen como objetivo:
- Adquirir conocimientos básicos sobre los usuarios del producto o solución, y sobre la situación o el problema que afrontan. Por lo tanto, pretende comprender al usuario.
- Desarrollar empatía con los usuarios, mediante la observación de los mismos. Por lo tanto, es una metodología basada en observar al usuario.
- Generar un usuario tipo para el cual se diseña la solución o producto, definiendo así el punto de vista a partir del cual se debe desarrollar el diseño.
- Generar tantas ideas como sea posible. Por lo tanto, es necesario idear.
- Construir prototipos de las ideas más prometedoras.
- Aprender a partir de las reacciones de los usuarios al interactuar con el prototipo. Por tanto, es necesario dejar que prueben el producto mediante los prototipos desarrollados, y recabar información gracias a dicha interacción.
En resumen, el design thinking es una metodología de gran utilidad y que, cada vez más, es usada por las organizaciones más innovadoras para desarrollar productos y soluciones exitosas gracias al conocimiento sobre los usuarios y a la formación de equipos multidisciplinarios que ofrecen diversos puntos de vista durante el diseño de los mismos. Y es que, por definición, esta metodología lleva implícita la necesidad de observar a los usuarios con el objetivo de buscar soluciones que se centren en ellos.